En Júpiter llueve Helio


Aquí, en nuestro planeta, tenemos brisas sólidas porque nuestro entorno es suficientemente denso, al igual que las precipitaciones, ya que tenemos abundante agua que se desvanece y se consolida. 

Conocer las maravillas meteorológicas de diferentes planetas es importante por la información que nos ha aportado la investigación espacial, en todo caso del grupo planetario cercano. 

En planetas como Marte, a pesar de que nos damos cuenta de que hay vientos, no se parecen a los de la Tierra, ya que el aire es sustancialmente más inestable. 

Además, a pesar de que puede que no llueva agua en algún otro lugar del sistema planetario cercano, de lo que pensamos sobre la síntesis de los diferentes planetas y satélites, podemos deducir algunas cosas al respecto. 

Por ejemplo, suponemos que en Venus puede caer corrosivo sulfúrico, o que Titán, el mayor satélite de Saturno, vierte gotas de metano. 

Sin embargo, cada vez estamos más cerca de descubrir a qué se parece realmente la precipitación en los distintos planetas. 



Nieblas violentas 

Es el planeta más grande del sistema planetario cercano y además el que más lunas tiene: 79 en total. 

Este monstruo gaseoso está formado únicamente por hidrógeno y helio. 

Estos gases estructuran un clima extremadamente espeso y con turbulencias que le dan el aspecto jaspeado que encontramos en las fotos de Júpiter. 

De estas turbulencias, la más popular es la Gran Mancha Roja: una tormenta goliat que existe allí desde, al menos, el siglo XVII, cuando fue retratada por primera vez. 

Lo que vemos de Júpiter no es, ciertamente, una superficie fuerte, como la que comprendemos en planetas ásperos como la Tierra o Marte: es, en realidad, un surtido de nieblas. 

Conociendo la pieza de ese planeta, podemos esperar que esas nieblas estén compuestas de hidrógeno y helio. 

En cualquier caso, hasta no hace mucho sólo podíamos hacer conjeturas sobre cómo se mezclaban esos componentes en ese espeso clima joviano. 



Júpiter en el laboratorio 

Los hechos confirman que las misiones de sobrevuelo, con pruebas como las Voyager y otras, han aportado datos sobre los atributos de Júpiter y de diferentes planetas. 

Sin embargo, aquí y allá para aprender más necesitamos hacer pruebas. 

Así lo terminó un grupo de físicos exploradores, que intentaron replicar la creación y los estados del entorno de Júpiter en un centro de investigación en la Tierra. 

En particular, buscaban comprender lo que ocurre debajo de esas nieblas cautivadoras y listas para las cámaras. 

Así que fabricaron una combinación de hidrógeno y helio, que expusieron a temperaturas y factores de presión excepcionalmente altos: como los que deberían existir en los planetas gaseosos monstruosos. 

Para lograr presiones casi múltiples veces superiores a las de la Tierra, utilizaron un marco de presión láser. 



Gotas de helio 

Las consecuencias de esta investigación se han publicado recientemente en la revista Nature. 

Posiblemente, el descubrimiento más llamativo fue que, al aumentar la temperatura y el factor de presión, el hidrógeno y el helio no formaban una mezcla homogénea: se aislaban. 

En estas condiciones, el hidrógeno se comporta como un metal en estado fluido, por lo que deja de ofrecer atributos similares con el helio y se mantienen discretos: como el agua y el aceite. 

Esto demostraría que, en capas específicas del entorno de Júpiter, el helio estructura perlas fluidas que, al ser más densas que el hidrógeno, pueden alentar como lluvia. 

Este tipo de examen nos muestra que no sólo la investigación espacial in situ es útil, y que la ciencia de los ensayos también tiene mucho que añadir en lo que respecta al Universo. 


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